lunes, 1 de julio de 2013

PALCAZU Y LA EDUCACIÓN TEOLÓGICA

La primera vez que escuché el nombre Palcazu fue cuando visité hace unos años atrás un pequeño pueblo en la selva central, Villa Rica. En aquel tiempo ofrecí el curso Introducción a la Biblia como parte del programa de estudios Diploma en Teología del Seminario. Eran los inicios del año 2000. Hubo alrededor de 30 estudiantes matriculados que habían llegado de diversos lugares. Pregunté a varios de ellos cuál era el lugar de procedencia, y no pocos mencionaron Palcazu. Y claro, yo entendí que Palcazu estaba como a una hora de viaje desde Villa Rica, y felicité el esfuerzo que hacían de participar viajando desde diversos lugares para tener las clases en el Seminario, con jornadas intensivas de estudio.

Desde hace unos tres años atrás me ha tocado viajar mucho por diversos lugares de la selva central. Pude llegar hasta zonas distantes, cuyos nombres me eran familiares, pero nunca había visitado. Recorrí caminos accidentados en camionetas, autos y algunos buses. Más allá de las pistas de asfalto he viajado en moto y subí a los botes (peque peque) para surcar el río y llegar a las comunidades Yaneshas y Asháninkas. El promedio aproximado de tiempo de viaje fue casi 17 horas en una ruta desde Huancayo. Lo asombroso es que conocí Palcazu hace tres años; tardé como 7 horas de viaje desde Villa Rica. ¡7 horas de viaje desde Villa Rica subido en camionetas sobre una carretera accidentada!

Solo allí entendí el sacrificio que diversos estudiantes hacían para recibir los cursos intensivos que realizábamos en Villa Rica, hace casi doce años atrás. Varios de ellos ni siquiera viajaban en las cabinas de las camionetas sino colgados en la parte posterior, bien agarrados de los fierros, soportando el sol, la lluvia y el movimiento permanente del carro sobre el camino (a esos viajeros y viajeras les llaman “monos”). Viajar detrás de las camionetas cuesta hasta 60% menos del pasaje.

Esta experiencia es solo una pequeña parte de los procesos de educación teológica que se vive en esta región del Perú. La preparación para el ministerio ha trascendido los límites de los internados y programas escolarizados de la ciudad. De pronto, quienes estamos inmersos en esta tarea, hemos sido testigos del compromiso y dedicación que tienen cristianos y cristianas de las comunidades más alejadas, con la preparación ministerial. Este ha sido un esfuerzo permanente, si acaso indesmayable por desarrollar programas regulares de estudio superando las distancias geográficas. La “academia” tiene ciertas demandas a las que no podemos renunciar, pero sí estamos autorizados a  recrear lo hasta aquí heredado tomando en cuenta la necesidad del entorno.

Me toca seguir viajando por estos caminos, más de lo que imaginé alguna vez. No necesito (tampoco quiero) saber por cuánto tiempo más…por asuntos pastorales (e iglesia) o educación teológica… pero me encanta ser testigo de los procesos que alienta el Seminario en la zona sierra y selva central; puedo dar fe de la movilización permanente de docentes, varones y mujeres, ubicados en diferentes lugares, articulando núcleos de estudio en diversos lugares…a la vez movilizando estudiantes ya no solo desde Palcazu, sino desde nuevos lugares, cuyos nombres saltan a la luz y se hacen conocidos ahora. Las vías están mejorando con el tiempo, pero las rutas son ahora más extensas. Hay demanda de preparación ministerial contextual y lo mejor es que se hace de modo permanente, manteniéndose en el tiempo por períodos determinados, con una enseñanza sistemática. ¿Por cuánto tiempo será esto? …solo hasta cuando Dios lo permita. Mientras tanto, el viaje continuará, en el anhelo de que el resultado sea el cambio y transformación de esta comunidad, con el anuncio/proclamación, de las Buenas Nuevas del Reino… ¡para ello vivimos!


César Llanco Zavaleta 
(Director del Seminario Andino San Pablo de Huancayo, Perú)







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